"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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20-03-2010 |
Jenny Ybarnegaray Ortiz
Sobre lo que no cambia, en el “proceso de cambio”
Alai-amlatina
Acabo de leer en la prensa una excelente noticia “Adiós al Miss Universo”, ¡qué bueno que semejante disparate no se hubiera consumado! Lo triste es enterarse de que, según declaraciones de la Ministra de Culturas, la causa no es otra que “ las autoridades han evaluado las exigencias financieras y tomaron la decisión de declinar la postulación ”. Es decir, el Estado Plurinacional de Bolivia no declina a tan absurda postulación en clara consecuencia con los principios que viene postulando, lo hace por falta de recursos económicos para enfrentar el “desafío” de organizar el evento.
Repasemos los antecedentes. El 18 de noviembre de este año, en plena campaña electoral, la Agencia Boliviana de Información anunció “ Bolivia postula a sede del concurso Miss Universo. Gobierno apoyará emprendimiento para organizar concurso de Miss Universo en Bolivia ”. Mi primera reacción ante el anuncio fue de asombro “¡Vaya, qué ocurrencia!”, de verdad que me pareció una broma, otro chiste de campaña. Mayor asombro me provocó el enterarme que los promotores de la “brillante idea” habían sido nadie más ni nadie menos que el Presidente y el Vicepresidente (por entonces candidatos a la reelección) del Estado Plurinacional. Leal a la iniciativa de sus jefes, el Ministro de Culturas, Pablo Groux, se puso de inmediato en contacto con la señora Gloria Suárez de Limpias, dueña de la empresa “Promociones Gloria” para coordinar las gestiones necesarias a esa postulación, anunciando muy emocionado que “… se espera la visita de una delegación internacional en una fecha aún por definir y evaluará las posibilidades que ofrece el país para postularse como sede de este evento de repercusión internacional ”. ¡Quién lo hubiera imaginado! El ministro encargado de desarrollar las políticas nacionales de “descolonización” del Estado Plurinacional, tan afanado en esos menesteres. Me pregunté entonces y lo reitero ahora ¿qué tendrá que ver el concurso de “Miss Universo” con las políticas de “descolonización”? Parecía que el ministro todavía no se había percatado de que las únicas mujeres que tienen oportunidad de alcanzar el “elevado pedestal” de “reinas de belleza” corresponden a un solo molde, el molde fetichizado de las modelos europeas y norteamericanas, el que se usa para vender cualquier cosa, sean automóviles, bicicletas, licuadoras, computadoras, cigarrillos, licores, muebles de “puro cuero” o cueros de puro mueble, “¿te imaginas?”. No obstante, no dejan de asombrarnos, en el país donde las políticas públicas, los programas y proyectos suelen ser olvidadas con cada cambio de autoridad, resultó ser éste un “proyecto estrella” del ministerio en cuestión. Su nueva autoridad, la cantante Zulma Yugar, continuó con la iniciativa hasta darse de narices con la cruda realidad del alto costo del disparate iniciado por su antecesor. Las campañas electorales, como el papel, “aguantan todo”, incluso veleidades como la que comento. Podríamos pensar ingenuamente que quienes promueven este tipo de “genialidades” son personas que ignoran de qué se trata, personas que no han tenido la oportunidad de enterarse cómo ni para qué se construyeron esos escenarios de mercantilización de los cuerpos de las mujeres, pero no es así. El Vicepresidente Álvaro García Linera, en un encuentro de campaña con mujeres cruceñas, nos dio lecciones de feminismo. Estuvo impecable, se refirió con absoluta propiedad a la historia de construcción del sistema patriarcal, demostró que entiende con claridad meridiana todos los argumentos que hacen a las luchas de las mujeres, reivindicó el doble coraje de las mujeres que, además de estar al lado de los hombres abriendo las brechas de la historia, estamos lidiando cotidianamente con la posición de subordinación que nos ha asignado ese sistema. Nos aseguró que él y el Presidente son nuestros más firmes aliados, porque comparten el horizonte de las luchas de las mujeres. En suma, es evidente que no requiere explicaciones ni largas argumentaciones sobre el significado fáctico y simbólico de los “reinados de belleza”. Entonces ¿por qué promueven a Bolivia como escenario de la máxima expresión de la fetichización de los cuerpos de las mujeres? No voy a ponerme a especular sobre las fantasías masculinas, me remitiré a las argumentaciones de la promotora de este tipo de concursos en Bolivia y, más concretamente, en Santa Cruz de la Sierra. Según el periódico “El Día” de la misma fecha, la señora Limpias “ opina[ ba ] que el concurso de “Miss Universo” no sólo debe ser política de Estado, sino considerado [como una invaluable oportunidad] por empresarios, responsables de la Cámara Hotelera, aerolíneas, taxistas. Toda una maquinaria humana se pondría a trabajar para dar la bienvenida a los visitantes ”. Nada más ni nada menos que “política de Estado” ¿cómo la recuperación del litoral boliviano? Pero, resulta que el concurso de marras tiene “dueño”, el magnate estadounidense Donald Trump que ostenta una fortuna calculada en dos mil quinientos millones de dólares, si alguien saca rédito del concurso es este señor. Obviamente, su último interés debe ser promover el turismo donde sea que fuere la sede del evento, a él sólo le interesa mover su dinero y engrosar su fortuna que, por cierto, no tiene a este evento como su única fuente. El país anfitrión y la virtual promotora apenas recibirían los centavos; pero, ya se sabe que en el reino de la pobreza los centavos valen mucho. La organización del concurso implicaba una inversión estatal de aproximadamente nueve millones de dólares y suponía un negocio redondo para “Promociones Gloria” y algunos sectores empresariales y de servicios ¿con la subvención del Estado Plurinacional descolonizador y anti-patriarcal? Definitivamente, algo no cuadraba en esta ecuación, pero no intentaré encontrar “la cuadratura del círculo”, que con ello encuentren divertimento los licenciados en matemáticas. Lo sorprendente es que esos no fueron los argumentos para desestimar la iniciativa, a sus promotores (y promotoras) criollos se les cayó la ilusión cuando se enteraron de que, además, debían hacer una “inversión” de otros cuarenta millones de dólares por concepto de “seguros”. Está claro que en este “proceso de cambios”, hay cosas que no cambian. Me han contado que se está creando una “Unidad de Despatriarcalización” en el Viceministerio de Descolonización ¡enhorabuena! sus promotores aseguran haber comprendido el significado y los efectos de la relación perversa de subordinación de las mujeres hacia los hombres construida en el marco del sistema patriarcal. Hay que darles el beneficio de la duda, ya veremos cómo desarrollan la idea. Sin embargo, dudo de que las mujeres verdaderamente podamos complacernos con esta iniciativa, ya que las señales que nos dan a cada paso son poco alentadoras. Pregunto, por ejemplo, ¿cuánto presupuesto está destinando el estado para la ejecución del plan “Mujeres Construyendo la Nueva Bolivia Para Vivir Bien” que tanto costó armar? ¿Cómo están pensando aplicar esta política pública aprobada por su propio gobierno? Hasta donde estoy informada, el plan se está sosteniendo, una vez más, con los aportes de la cooperación internacional. O, ahora que contamos con un “gabinete paritario” –como manda la Constitución en su artículo 172, inciso 22– ¿qué proyectos o ideas de proyectos están planteando las ministras de defensa legal del estado, planificación del desarrollo, desarrollo productivo , justicia, trabajo, salud y deportes, medio ambiente y agua, desarrollo rural y tierras, transparencia, culturas, en favor de las mujeres? Porque las mujeres no hemos peleado espacios de poder para las mujeres sólo para que ocupen esos cargos, sino para que desarrollen políticas orientadas al menos a romper brechas de inequidad en razón de género. Finalmente, valga la oportunidad para aclarar a quienes corresponde, que el discurso que están promoviendo, en sentido de que las mujeres somos las responsables de que el patriarcado (aunque no usen ese término) se perpetúe porque “no hay peor enemiga de una mujer que otra mujer”, o porque “las mujeres somos machistas y criamos hijos machistas”, o porque “no estamos preparadas para la función pública y tenemos que prepararnos si queremos asumir responsabilidades”, no hace otra cosa que devolvernos en culpa lo que la sociedad nos ha marcado como mandato para sostener sus estructuras de poder.
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